miércoles, 26 de julio de 2017

Una oreja (otra vez)


 Estudio rápido de una oreja (acrílico sobre cartón; 15x10cm)


Otra revolución como cualquiera

Las revoluciones no suelen ser bonitas:
a veces las maquillan en los libros de Historia;
se les quita la mugre que han dejado los años,
se les seca el sudor con toallitas húmedas.
Fueron feas a ratos estas revoluciones
pero han permanecido como tales.

Las revoluciones no suelen ser amables
cuando los ideales ya no sirven de mucho,
cuando estalla la rabia contenida por siglos,
cuando con buenas formas se va a ninguna parte.
No parecen amables detrás de sus pancartas
aquellos a quien hoy nadie cuestiona.

Pero esta revolución que tú haces cada día
me la enseñan sin gafas para que no la vea,
me la sacan en chistes con disfraz de enfermera,
me la quieren quebrar en los partidos de fútbol;
en el bar, los anuncios, en los grupos de whatsapp…
en el salón de casa de tus padres.

Y sin embargo sigues erguida sin cansarte,
luchando de a poquitos, abriéndonos los ojos,
haciendo que los sordos escuchen voces mudas;
entrando sin permiso, saliendo mal parada
de lamentables muros de las lamentaciones
sepultureros de revoluciones.

Jamás tendré el coraje de un revolucionario;
yo, que leo el prospecto de los medicamentos,
que me voy despertando de este letargo fósil;
 y es que en este momento no se me ocurre nada
que a todas luces sea más justo y más propicio
que la Revolución: aquí, contigo.



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