lunes, 27 de octubre de 2014

Ilustración para piano


Hace unos días recibí un encargo de lo más original. Se me pedía ilustrar la portada de una partitura. Una preciosa pieza de piano, titulada Desesperanza toma n, andaba buscando su guinda en un pellizco visual que la acompañase. A pesar de tratarse de un trabajo en soporte digital, interesaba empaparlo de la estética vintage de los años 20, por lo que no tuve más remedio que entrar en mi particular máquina del tiempo emulando al protagonista de Somewhere in time
Al cerrar los ojos, esto fue lo que sucedió: 

Ilustración digital


Mirando hacia el enorme 
ventanal del salón, 
 de pie junto al piano, 
con su desesperanza 
efervescente...

vino entre nebulosas
de colores surgiendo,
la fantasmal criatura
que instantáneamente
se disipa.

Jamás había visto
a la huidiza dama
que al compás del reloj
se aprendía mi alma
de memoria.

Quise decir su nombre
para evitar su marcha,
al menos de ese modo
podría poseerla 
unos segundos.

Pero un breve sonido
que entonces se antojaba
extrañamente ajeno
me devolvió de golpe
a mi despacho.

Abro por fin los ojos:
tengo un whatsapp.





martes, 14 de octubre de 2014

Instantáneas de la existencia ajena III


Acrílico sobre lienzo (cuatro piezas de 15x15cm c/u)


No he de escucharles más;
no tengo fuerzas,
que su dialecto es vil,
que es despreciable.

Resultan la peor
de las pandemias,
ponen precio a existir
y al reloj mismo:
se transmite su hez
hasta por aire.

Cóbrense, por favor,
que yo me bajo,
les apago la voz
y la cartera.

No he de escucharles más:
que pasen hambre.



Láminas disponibles en Saatchi Art / Prints available at Saatchi Art



martes, 7 de octubre de 2014

Que diez años no es nada


Año 2005. Practicaba despreocupada el dibujo con fondos de color neutro, algo que me ha engatusado siempre. Los apuntes más cotidianos, realizados sin otra pretensión que la de ir "haciendo mano", los hacía sobre kraft (el papel marrón de embalaje de toda la vida): doblaba un par de pliegos, los pegaba a la pared, y a trabajar. Lápices, barras pastel, carbón, ceras... todo lo aguantaba mi fiel compañero de celulosa. Al menos en el momento. Enseguida el paso del tiempo y mi dejadez conservadora llevaron a las obras hechas sobre tan poco noble soporte a un estado lamentable, irrecuperable más bien. Así que todo lo que me queda es esto (por lo menos esto): una mala foto.  "Veinte años no es nada" dice el famoso tango...¡ja! con menos de la mitad basta.

Las manos de mi padre (lápices de color sobre kraft, no recuerdo las medidas, pero aproximadamente un A1)

Ya lo saben, les recomendaría elegir bien los materiales de trabajo y luego ser un poco curiosos para conservar las cosas (hay fijadores, papeles secantes y carpetas estupendas en el mercado), que los años vuelven preciado lo que una menos se espera. No les pase como a mí...