lunes, 22 de septiembre de 2014

Las dos Minervas


Hace unos meses me hicieron un curioso encargo. 
A grandes rasgos (mucho hay que resumir para esbozar una idea que se me intentó hacer comprender con gran detalle), me pedían un desnudo que plasmase los contrastes más acusados de la personalidad y el carácter de quien lo hacía: las luces y también las sombras de alguien con determinada trayectoria vital, con determinado bagaje emocional. Esto, que ya de por sí es difícil, se complicaba aún más por otro dato que no era moco de pavo ni mucho menos: esa dualidad emocional debía identificarse además con los altibajos presentes en el comportamiento de la diosa Minerva (o Atenea, como ustedes prefieran), arquetipo de la fuerza y la sabiduría, protectora de Roma, pero a la vez insegura y superficial (es una de las candidatas a disputarse la famosa manzana de la discordia)...
Así las cosas, ¿qué mejor que un díptico para intentar plasmar tanta abundancia de información? ¡Manos a la (s) obra (s) pues!
Tras varias versiones de la idea y mucho rumiarlo, me propuse ir a lo básico: al desnudo y su dibujo,  a la figura que no miente por artificial o contradictoria que sea, y traté de aproximarme a dos mujeres distintas que son la misma y a las que además, mitologías aparte, les tengo un gran cariño (juntas y por separado). 

 Figura de espaldas: proceso y detalles o cómo tratar de que se escape lo etéreo y superficial entre los dedos

 Figura de frente: proceso y detalles o cómo esa mano se empeña en decir "aquí estoy yo"

Pieza I (técnica mixta sobre madera, 110x60cm)

Pieza II (técnica mixta sobre madera, 110x60cm)

Ambas figuras juntas (pero no revueltas)

Nada más, "eso es todo, amigos", que decía aquel cerdito a medio vestir tan simpático. Nos veremos en la próxima entrada.




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